NUEVA YORK, 8 de octubre (C-FAM) Cierta noche en Nigeria, una embarazada enferma entró tambaleando a una clínica, a punto de morir. Un joven médico inglés que se encontraba en su primer viaje profesional al África corrió a socorrerla. Robert Walley se dispuso a colocar una línea intravenosa mientras que otro doctor agarraba un estetoscopio para escuchar los latidos del corazón del bebé. La mujer murió justo cuando Walley estaba colocando la línea intravenosa. Estaba tomando su mano.
Desprovistos de equipamiento para realizar una cesárea de urgencia, ambos médicos esperaron durante cinco frustrantes minutos hasta que cesaron los movimientos del bebé. El marido de la mujer que había fallecido estaba consternado, y Walley sintió aflicción porque sabía que el resultado hubiera sido diferente en un hospital inglés bien equipado. Su colega, un profesional curtido, con años de experiencia trabajando en las penurias africanas, rompió en llanto.
Esa conmovedora noche en Nigeria inspiró la misión del dr. Walley de salvar a mujeres embarazadas en peligro, una madre a la vez. Walley es actualmente la cabeza, el corazón y el alma de MaterCare International, que fundó para reducir la mortalidad materna en todo el mundo mediante una red internacional de profesionales médicos afines a sus ideas. «La salvación de las madres tiene lugar al lado de la cama», afirma Walley.
MaterCare funciona gracias a la buena voluntad de donantes particulares y voluntarios, y no recibe subvenciones de gobiernos ni de iglesias. A pesar de su modesto presupuesto, MaterCare realizó admirables contribuciones a la atención de la salud materna de urgencia.
En la actualidad, MaterCare trabaja con un modelo ambulante de atención obstétrica de emergencia en áreas rurales de África occidental. La organización capacita a parteras tradicionales para que identifiquen a las madres en riesgo y las remitan a hospitales y clínicas antes de que surjan complicaciones, centrándose en el 80% de las condiciones que ponen en riesgo la vida de las embarazadas y pueden ser identificadas antes del parto. MaterCare recibió premios a la investigación en hemorragias postparto y financió la construcción de un hospital especializado en obstetricia para atender a las pacientes de África occidental que presentan fístulas.
Walley demuestra una compasión espiritual por la asistencia sanitaria materna tan grande como su necesidad, y es humilde. «No hice nada, todo lo que uno hace es producto de la inspiración divina», afirma.
Si bien Walley comenzó su carrera en el Reino Unido, finalmente emigró porque no podía dedicarse a practicar abortos exigidos por el Estado. El obstetra se mudó con su familia a Canadá, en lugar de cambiar de especialidad médica. La distancia que separa a los padres de Walley de sus nietos es un sacrificio, pero él cree que la providencia le dio una nueva oportunidad para ayudar al mundo.
Walley considera que dicha tarea implica también desafiar los actuales sistemas que imparten atención médica a las madres. A través de MaterCare, Walley aguijoneó a las Naciones Unidas y a las organizaciones de beneficencia en países en desarrollo para que trabajaran más eficientemente.
Hace muy poco, en respuesta a un pedido de la congregación de la Madre Teresa, Walley encabezó varias misiones a Haití tras el impacto del terremoto de este año. MaterCare arribó para atender a las madres que, a pesar de haber sufrido heridas a causa del terremoto en muchos casos, no pudieron retrasar el nacimiento cuando ocurrió el desastre.
A largo plazo, Walley prevé un Plan Marshall que financiará ampliamente la atención materno-infantil, según explicó en una reciente reunión paralela de la ONU sobre mortalidad materna. Por el momento, se ocupa de reclutar médicos, voluntarios y recaudar fondos que necesita con urgencia.
Él encuentra aliento donde puede, incluso en una carta sorpresa de Roma, cubierta de sellos y escrita en latín. Luego vino una reunión en el Vaticano, de la que surgió más inspiración, a partir de una conversación con el papa Juan Pablo II. «Comprendo las dificultades que usted tiene, pero la Iglesia lo necesita hoy más que nunca; es responsabilidad de toda la Iglesia apoyarlo», dijo el Papa.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
Desprovistos de equipamiento para realizar una cesárea de urgencia, ambos médicos esperaron durante cinco frustrantes minutos hasta que cesaron los movimientos del bebé. El marido de la mujer que había fallecido estaba consternado, y Walley sintió aflicción porque sabía que el resultado hubiera sido diferente en un hospital inglés bien equipado. Su colega, un profesional curtido, con años de experiencia trabajando en las penurias africanas, rompió en llanto.
Esa conmovedora noche en Nigeria inspiró la misión del dr. Walley de salvar a mujeres embarazadas en peligro, una madre a la vez. Walley es actualmente la cabeza, el corazón y el alma de MaterCare International, que fundó para reducir la mortalidad materna en todo el mundo mediante una red internacional de profesionales médicos afines a sus ideas. «La salvación de las madres tiene lugar al lado de la cama», afirma Walley.
MaterCare funciona gracias a la buena voluntad de donantes particulares y voluntarios, y no recibe subvenciones de gobiernos ni de iglesias. A pesar de su modesto presupuesto, MaterCare realizó admirables contribuciones a la atención de la salud materna de urgencia.
En la actualidad, MaterCare trabaja con un modelo ambulante de atención obstétrica de emergencia en áreas rurales de África occidental. La organización capacita a parteras tradicionales para que identifiquen a las madres en riesgo y las remitan a hospitales y clínicas antes de que surjan complicaciones, centrándose en el 80% de las condiciones que ponen en riesgo la vida de las embarazadas y pueden ser identificadas antes del parto. MaterCare recibió premios a la investigación en hemorragias postparto y financió la construcción de un hospital especializado en obstetricia para atender a las pacientes de África occidental que presentan fístulas.
Walley demuestra una compasión espiritual por la asistencia sanitaria materna tan grande como su necesidad, y es humilde. «No hice nada, todo lo que uno hace es producto de la inspiración divina», afirma.
Si bien Walley comenzó su carrera en el Reino Unido, finalmente emigró porque no podía dedicarse a practicar abortos exigidos por el Estado. El obstetra se mudó con su familia a Canadá, en lugar de cambiar de especialidad médica. La distancia que separa a los padres de Walley de sus nietos es un sacrificio, pero él cree que la providencia le dio una nueva oportunidad para ayudar al mundo.
Walley considera que dicha tarea implica también desafiar los actuales sistemas que imparten atención médica a las madres. A través de MaterCare, Walley aguijoneó a las Naciones Unidas y a las organizaciones de beneficencia en países en desarrollo para que trabajaran más eficientemente.
Hace muy poco, en respuesta a un pedido de la congregación de la Madre Teresa, Walley encabezó varias misiones a Haití tras el impacto del terremoto de este año. MaterCare arribó para atender a las madres que, a pesar de haber sufrido heridas a causa del terremoto en muchos casos, no pudieron retrasar el nacimiento cuando ocurrió el desastre.
A largo plazo, Walley prevé un Plan Marshall que financiará ampliamente la atención materno-infantil, según explicó en una reciente reunión paralela de la ONU sobre mortalidad materna. Por el momento, se ocupa de reclutar médicos, voluntarios y recaudar fondos que necesita con urgencia.
Él encuentra aliento donde puede, incluso en una carta sorpresa de Roma, cubierta de sellos y escrita en latín. Luego vino una reunión en el Vaticano, de la que surgió más inspiración, a partir de una conversación con el papa Juan Pablo II. «Comprendo las dificultades que usted tiene, pero la Iglesia lo necesita hoy más que nunca; es responsabilidad de toda la Iglesia apoyarlo», dijo el Papa.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
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