domingo, 16 de enero de 2011

Z&R perjudican seriamente la libertad

El presidente del Gobierno de España ha logrado un récord absoluto en el recorte de nuestras libertades. Al más genuino modo fascista, para el tándem Zapatero y Rubalcaba lo que no está prohibido es obligatorio. Hasta el punto de que van creando nuevas especies sociales entre los españoles. Así, tenemos al NINI, esos jóvenes que ni estudian ni trabajan y son el resultado de los 4,5 millones de parados que en realidad, de practicar una contabilidad exenta de trampas socialistas, se acercarían a los seis millones. Luego tenemos el SIMPA, otro ejemplar social que ha surgido en estos días a partir de la ley liberticida de prohibir el tema del fumete, lo cual da lugar a que ciertos clientes se tomen unas cañas de gorra en los bares. Método: dejan un dedo de cerveza y se van a fumar a la calle. “Ponme otra que ahora vuelvo”. Y así podrían citarse unas cuantas leyes de este energúmeno que en teoría aún manda.
Como resultado de todo ello, Zapatero es un fiambre político que apesta ya a cadáver podrido. Ha sembrado tanto odio y arbitrariedad durante los últimos años y en tantos sitios, incluso entre los simpatizantes del PSOE, que ahora recibe su propia medicina y no paran de llegarle manifestaciones en contra o desprecios al por mayor. La Ser y El País, sin ir más lejos, hace tiempo que le tratan como un auténtico zombi que apenas se tiene en pie, lo que le jode cantidad y le llena de malhumor sin que la Sexta-Mediapró le compense de la masacre mediática.
Mientras, esos mismos medios de Prisa, por órdenes de un tipo que aún manda mucho en el grupo, un tal Cebrián, no cesan de dorarle la píldora a Rubalcaba. Lo hacen así para consolidar al portavoz de los GAL y ministro del Faisán (dos ‘hazañas’ políticas perfectamente imputables al personaje, al menos en su faceta de negacionista) como el sustituto que deberá, no ya ganar las elecciones de 2012 (y antes las autonómicas y municipales), sino para que la debacle del PSOE no sea absoluta y acaben formando un grupo parlamentario de unos 50 diputados frente a los doscientos y pico que se supone obtendrá el PP de seguir la misma tendencia de las encuestas. Repito: Unos 50 diputados socialistas, ¡qué hermosura y qué castigo más merecido si fuese cierto! Méritos han hecho, desde luego, porque el Zarrapastroso está ahí por falta de bemoles en la gente del PSOE.
La Ley Antitabaco es el macguffin del Gobierno. No, no es una palabreja de
la crisis (como default) sino el nombre que Hitchcock daba al pretexto
argumental de sus pelis. El macguffin era un truco para mantener el
suspense. Rascabas un poco y carecía de lógica, pero ¿qué importaba la
lógica? Lo que importaba era la taquilla. El tabaco es el pretexto del
Gobierno, al que como comprenderán le importa una higa la salud de los
españoles, para matar tres pájaros de un tiro: uno, mantener la tensión
social (la leña al fuego que le decía Zapatero a Gabilondo); dos, actualizar
el viejo adagio sobre la naturaleza arbitraria del poder; tres, que no se
hable de otra cosa.
El ciudadano podría entenderlo si el Estado dejara de lucrarse con los
impuestos correspondientes. No es el caso: por cada euro que se gasta el
fumador, 76 céntimos son impuestos. ¿Que no se puede fumar en ningún sitio?
Hacienda no tiene más que subir los impuestos en función del consumo y las
cuentas cuadran. ¿Y la salud? ¿A quién le importa la salud? Por esa regla de
tres, deberían prohibir el tráfico cuyos humos son cancerígenos, la
comida-basura, el alcohol y, sobre todo, el matrimonio homosexual, dada la
relación causa-efecto entre esas prácticas y el sida (fuente: ONU).
Como la Prohibición norteamericana, el antitabaquismo es una exhibición de
poder, una demostración de que es posible cambiar una moda arraigada por
otra completamente opuesta, sin que la masa rechiste. El Estado mide así el
grado de inclinación del espinazo. La flexibilidad del ciudadano es
asombrosa. Y si tiene el atrevimiento de discrepar lo fríen a multas o acaba
pasto de una jauría de chivatos y delatores. Eso es lo más grave: que
decidan por nosotros; que nos dicten lo que es bueno o malo; que se crean
con derecho a legislar sobre lo que bebemos, comemos o esnifamos. En eso
consiste el totalitarismo: la politización de todos los órdenes de la vida.
Y eso perjudica seriamente... a la libertad. 


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