El abad del Valle: “Me niego a creer que quieran repetir lo de 1936”
“La cruz en la cultura de todo el mundo es símbolo de perdón”, afirma el padre Álvarez. “Se está atentando contra la propia Ley de Memoria Histórica”. “El argumento de cerrar por obras es absurdo porque aquí no ha habido ninguna obra”.
Los benedictinos del Valle de los Caídos celebraron ayer, por primera vez, el funeral por las almas de “Francisco, José Antonio y los caídos” a puerta cerrada. Les acompañábamos los niños de la Escolanía y quienes estábamos alojados en la hospedería interna del monasterio.
El sectarismo de Zapatero se apunta un tanto contra la Ley de Memoria Histórica –que reconoce el Valle como lugar de culto– contra toda lógica, porque se cierra por obras un lugar sin obras y, sobre todo, dice el abad, contra el deseo de convivencia de los españoles.
Insensatez
Poco antes de descender 60 metros hasta la basílica por el ascensor, preguntábamos al padre Anselmo Álvarez qué diría a las personas congregadas en la puerta del Valle para pedir la demolición de la cruz y la marcha de los monjes. “Es un lenguaje y una propuesta que viene ya del pasado”, que repiten quienes quieren “demoler de la memoria común cosas que están en contradicción con su ideología y han encontrado en la cruz un signo que representa esas actitudes políticas o ideológicas que se oponen a las suyas”.
Ese “volver al pasado” se hace, según el abad, “con la voluntad aparente de repetir hechos del pasado. Es casi imposible no recordar hechos parecidos que tuvieron lugar en 1936, como la voladura del Cerro de los Ángeles. Me niego a pensar que realmente la voluntad vaya en esa dirección, porque para todos, incluidos ellos, fue uno de los gestos más inútiles y estúpidos de aquella contienda”.
Cruz, no espada
“Cuando se habla de la cruz como de una espada clavada en el corazón de España –recuerda el padre Anselmo– parecen recuperar, no sé si de manera consciente, una expresión literal que recuerdo haber leído hacia 1956 en una revista francesa, a la que tenían acceso bastantes exiliados españoles, que con ocasión de concluirse las obras de la cruz expresaron exactamente esta idea”.
Una idea sectaria, según el abad, ya que “ellos saben que si para unos puede tener ese significado, para una gran mayoría de la sociedad española representa algo exactamente inverso. No es ninguna espada, sino un símbolo de victoria sobre la muerte, sobre el pecado; de perdón. Es una pena que hacia un símbolo que no solamente dentro del mundo cristiano, sino en la cultura universal, ha sido asumido como el símbolo por excelencia del perdón, de la reconciliación, de la paz y de la vida, confluyan tal cantidad de odios”.
Entiende el padre benedictino que no es la cruz el auténtico objeto de odio: “La quieren tomar como símbolo de un momento, de una persona, o de un grupo de pensamiento, pero esto no responde a la verdad. La cruz es símbolo de Cristo y sigue siendo el elemento que contiene el mayor potencial de libertad, de paz y de futuro”.
Abrir las puertas
En cuanto a su compromiso de celebrar misa los domingos en el exterior, el abad desea que “vengan muchas personas para unirse con nosotros en esa celebración. Será un símbolo de la unidad de la Iglesia y de esa unidad que ha tenido su base junto a la cruz como símbolo de vida espiritual, de vida humana auténtica y profunda”.
Al pedirle que se dirija a los responsables del cierre, el padre Anselmo recuerda que “se está atentando contra la propia Ley de Memoria Histórica, que define al Valle como lugar de culto” y que “se argumentaba con las obras que estaban teniendo lugar, pero esas obras nunca han tenido lugar hasta este momento”.
La normalidad volverá, afirma por último el abad, cuando “queden abiertas la puerta principal de la basílica y la puerta principal del Valle. De nada serviría abrir una mientras la otra esté cerrada”.
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