de Paco Bono, el Lunes, 06 de diciembre de 2010 a las 21:05
Telediarios como el de Antena 3 abren sus titulares con la noticia de la huelga salvaje. El gobierno se frota las manos. Zapatero se aproxima como una rata entre los sonrientes roedores que pueblan esta mañana la madriguera de los pasos perdidos. Rajoy, en una imagen lamentable, se ha dejado querer para aparecer ante los medios en un teatro de gestos con el presidente del gobierno. Desconozco qué teme el PP para prestarse a charlotear ante las amarillas televisiones generalistas con los responsables de la fatal gestión del conflicto de los controladores aéreos, justo el día de la onomástica de nuestra Constitución, mil veces violada por los herederos de los padres de la democracia.
Si Génova 13 estuviera comandada por políticos con valor y dignidad suficientes, hoy se habría acudido al acto de la Constitución para exigir la dimisión del ministro de Fomento y la inmediata convocatoria de elecciones anticipadas. Si llega a ser el Partido Popular quien ostentara la responsabilidad de gobierno en estos días, no quiero pensar cuál hubiera sido la reacción de la oposición socialista, con sus medios, sus actores y toda su apisonadora social, ante la declaración del Estado de Alarma por el órdago de los controladores aéreos.
La trampa Pepiño ha surtido efecto. Cuando se avecinan terribles circunstancias para la economía española, justo dos días después de que Zapatero haya aprobado en consejo de ministros medidas que contradicen sus promesas electorales y toda su cacareada política social, el "pueblo" anda entretenido con la huelga “salvaje”. No tengan la menor duda de que tras esta cortina de humo se ocultan los oscuros deseos de la permanencia en el poder por parte de un Presidente Salvaje.
Los etarras son tratados con tolerancia; los nacionalistas, estos sí salvajes, son reprendidos con cariño en el Congreso; los seres humanos no nacidos son ejecutados libremente; los niños con fracaso escolar son hacinados en aulas “especiales” para “incapaces”; los católicos se ven coartados del derecho a la misa donde siempre se ha podido celebrar sin problemas; los padres se descubren desautorizados por el condicionamiento que el Estado ejecuta sobre sus hijos; los ciudadanos comprueban como su voto no sirve porque al final son los independentistas quienes manejan los hilos del Estado. España se desvirtúa, se comprime como un plástico al fuego, se deprime y se empobrece hasta tal punto que ya se anuncia que los hijos de la generación del 78 vivirán, hecho inédito en todo un siglo, peor que sus padres. Bajo una dramática situación económica, social, política, moral y de valores, el gobierno reaparece en pleno, sonriente, compartiendo “juerga” tras la resaca aeroportuaria junto a una oposición que oposita como quien interpreta un papel en una obra escrita por quien sabe qué anónimos autores.
Permanezca pues el Estado de Emergencia, que los políticos continuarán con sus fechorías y sus sueldos, sus privilegios y sus canalladas libres de pena y consecuencias. A Zapatero se le ha rebelado sólo quien podía hacerlo y justo hasta el momento en que podía hacerlo. Si Rajoy no ha puesto el grito en el cielo, si Rajoy se ha solidarizado con el gobierno, anunciando la aprobación por parte de su grupo de las medidas que aquél pretende presentar en el Congreso de los Diputados, esto nos lleva a la conclusión de que teme que en un futuro también él pueda ser víctima de rebeliones "salvajes"; lo cual se traduce en una terrible reflexión: Mariano no piensa cambiar las cosas. Zapatero ha vuelto a ganar tiempo de la mano del gregario Rubalcaba. ¿En qué narices piensa la derecha?
Paco Bono
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