COINCIDIENDO CON LA VISITA PAPAL
C. Jordá (Libertad Digital)
Según ha podido saber Libertad Digital los fieles no han podido acceder este sábado a la basílica del Valle de los Caídos para participar en la misa que iba a celebrarse en dicho templo, como todos los días desde hace más de 50 años.
Las personas que iban a asistir a la celebración religiosa en el recinto monumental se han encontrado con un grupo de agentes de la Guardía Civil que les han impedido el paso asegurando cumplir órdenes superiores, tal y como ya ocurriera el pasado día tres con motivo de una misa en memoria de los caídos de la Guerra Civil de ambos bandos.
Sin embargo, en esta ocasión no se iba a celebrar ninguna ceremonia especial, por lo que el temor que surge tras estos acontecimientos es que el Valle de los Caídos quede ahora definitivamente cerrado también para el culto, lo que lo convertiría en el primer templo de cualquier religión que se cierra en España pese a estar, obviamente, abierto de forma totalmente legal.
El presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC), Pablo Linares, ha sido una de las personas a las que se ha impedido acceder al recinto, de hecho, alertado por rumores previos se ha desplazado al monumento acompañado de un notario que ha levantado acta de lo ocurrido para, en su caso, emprender acciones legales.
Un cierre que ya es polémico
Hasta el momento el Valle de los Caídos se mantiene cerrado para las visitas turísticas desde abril de este año, cuando Patrimonio Nacional se escudó en las obras de restauración de la escultura de la Piedad situada sobre la entrada al templo para, por unas incomprensibles razones de seguridad, cerrar todo el recinto.
Hasta entonces, el Valle era uno de los monumentos más visitados de España, recibiendo más de medio millón de visitantes anuales.
De hecho este cierre, que hasta ahora no afectaba al culto religioso ya que se permitía a loa fieles la entrada para asistir a la misa diaria, está ya recurrido ante la justicia: la ADVC ha planteado un contencioso–administrativo en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid que no sólo ha sido admitido a trámite sino que avanza hacia una resolución no demasiado lejana.
En un momento peculiar
Esta clausura del Valle de los Caídos se produce en un momento ciertamente peculiar: desde el punto de vista religioso coincide con la presencia en nuestro país de Su Santidad Benedicto XVI, que se enfrentará así a un hecho insólito en sus viajes: que estando él en un país el Gobierno clausure en la práctica un lugar de culto.
Tampoco parece casual que el cierre se produzca tan sólo dos semanas antes del 20 de noviembre, aniversario de la muerte de Francisco Franco y fecha que grupúsculos de extrema derecha suele elegir para visitar el Valle de los Caídos y celebrar actos políticos, por lo general muy poco concurridos pero que son una de las pocas ocasiones en las que la prácticamente inexistente extrema derecha se hace visible.
Los monjes del Valle de los Caídos salen fuera para decir misa
carlota fominaya / san lorenzo del escorial
ABC.es / Día 07/11/2010 - 16.40h
Con un altar portátil, la escolanía de la Abadía al completo y la megafonía prestada por el párroco de la iglesia de San Lorenzo del Escorial, la comunidad benedictina del Valle de los Caídos ha salido al exterior del recinto monumental para celebrar su misa diaria. Allí les esperaban más de un centenar de fieles a los que, por tercera vez en una semana, se les ha negado el paso.
Agentes de la Guardia Civil custodian, por orden de la Delegación del Gobierno, los accesos, con el fin de impedir el acceso a los actos litúrgicos que allí se celebran por supuestos motivos de «seguridad». Patrimonio Nacional, gestor del espacio, cerró las puertas del complejo a las visitas turísticas a principios de abril, con el fin de restaurar el conjunto escultórico de La Piedad , obra paralizada en estos momentos, pero sí permitía el acceso a los actos religiosos. Hasta esta semana, en la que la Delegación del Gobierno lo ha prohibido.
Al frente de la comunidad benedictina ha estado su prior, el Padre Alfredo. Ayer, sin embargo, fue su abad, el que bajó al acceso al monasterio para intentar disuadir a los mandos de la Benemérita para que permitiesen la entrada de los creyentes, sin lograrlo. El abad está hoy en la visita del Papa.
«Razones de seguridad»
Fuentes de la Delegación del Gobierno en Madrid consultadas por Efe indicaron que «en absoluto» se ha dado orden específica a la Guardia Civil para restringir la entrada a las misas. «Desde el pasado 6 de abril –han indicado– el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional restringió todas las visitas turísticas al Valle de los Caídos por razones de seguridad que tienen que ver con el grave deterioro del conjunto monumental». Esta decisión vino motivada, según la Delegación del Gobierno, «porque todos los informes de seguridad coinciden en la necesidad de reforzar el control de acceso para preservar la seguridad e integridad de las personas». En consecuencia, han insistido, lo que se ha hecho es «reforzar el control de acceso para garantizar la seguridad y la integridad de las personas».
EL HECHO EN SÍ
Aunque con algunas diferencias de interpretación por parte de las informaciones de prensa, que no termina de enterarse de la realidad, el hecho en sí es que el Gobierno ha dado orden de cierre del Valle de los Caídos incluso para la asistencia a la Eucaristía diaria, lo que supone un evidente incumplimiento de toda la legislación existente sobre la libertad religiosa, el derecho al ejercicio al culto religioso, así como a los convenios establecidos con la Santa Sede.
Es incierto que, como mantienen las autoridades de todo tipo, se deba a la necesidad de realizar obras por el peligro de desprendimientos en el monumento. Primero porque no es cierto que, salvo hechos puntuales, haya desprendimientos en la escultura de la Piedad o de los Evangelistas; y segundo porque desde hace un año no se ha realizado ninguna obra de mantenimiento, salvo el salvaje intento de destrozar La Piedad , que fue debidamente cortado mediante las correspondientes demandas presentadas al respecto.
El Valle de los Caídos ha sido cerrado por la indignidad y bajeza de quienes rigen los destinos de España, cada vez más hundida en la estulticia, la falta de decoro, el rencor y el odio, la mendacidad y la carencia de todo tipo de valores; al tiempo que una laicidad mal entendida y encarada con tosquedad en contra de lo que la religión católica aporta a la sociedad.
En el día de hoy, como a cerca de dos centenares de fieles se les impidió el acceso para asistir a la Santa Misa , la comunidad benedictina tomó la decisión de celebrar la Eucaristía en el exterior de la entrada al Valle, al borde de la carretera, sobre un altar improvisado y con la arboleda como techo. ¿Es un anuncio de que en España volvemos a estar a la intemperie? Los signos así lo anuncian.
Para mayor entendimiento de lo que es el Valle de los Caídos, reproducimos a continuación el artículo del Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos, publicado por la revista Alfa y Omega el jueves 4 de Noviembre.
CAMINOS DE RECONCILIACIÓN
anselmo álvarez navarrete, osb
Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos
Recorro con frecuencia los escenarios madrileños en los que viví la guerra, situados en la zona más conflictiva como era el sector central de la capital, donde la actuación de los grupos de izquierda fue más intensa antes y durante la contienda. Mis familiares eran de convicciones opuestas, aunque nunca tuve la sensación de que ello influyera de manera importante en sus relaciones normales. Mis padres eran de creencias religiosas firmes, mientras un hermano de mi madre fue activista significado en el Madrid de la guerra, y otro tío se ofreció como combatiente en las filas republicanas. Finalmente, mi padre fue fusilado, uno de mis tíos falleció en un campo de concentración alemán, y el tercero cayó en el frente de Brunete.
Al rehacer ese itinerario, recuerdo las locas carreras que protagonizaba, con otros niños de la vecindad, en busca de la boca de Metro más próxima para refugiarnos cuando las sirenas anunciaban la proximidad de los aviones. No siempre llegamos a tiempo, y en una de esas ocasiones, en la tarde del 24 de diciembre del 36, una hermana mía, de 13 años, quedó para siempre sobre el asfalto. También ella se encuentra hoy, sin identificar, en los osarios del Valle.
Familias que vivieron el perdón
Las huellas dejadas por la contienda sobre la tierra y el espíritu de España fueron tan profundas como unos saben y otros intuyen. Entre otras cosas, creció el hambre y la carencia de casi todo: volví a recorrer las calles, cupón en mano, en busca de los alimentos sólo asequibles con él. Vino también la represión, y también el perdón. Recuerdo el testimonio oral de uno de los mejores conocedores de la anterior represión republicana en Madrid: muchos cientos de personas juzgadas por delitos de sangre fueron salvados en última instancia por la negativa de los familiares de los asesinados a firmar la identidad de los acusados, a pesar de haber sido testigos directos de las detenciones. Puestos en el trance de testificar bajo juramento, se las ingeniaban para evitar mentir sin denunciar al que habían reconocido como responsable de esa muerte. Tampoco a mi madre le oí nunca una sola palabra de reprobación, ni hacia quienes le habían arrebatado al esposo y padre de sus hijos, ni hacia los familiares que habían militado en el otro bando.
Ni de un lado, ni del otro
Pasados los años, llegué hasta aquí con otros hermanos de la abadía de Silos. Puede ser oportuno decir que la presencia de los monjes en el Valle no nos sitúa de un lado, como algunos podrían interpretar. Sería más exacto decir que nos hemos colocado entre unos y otros. Por nuestra participación desde hace quince siglos en la historia de Europa, en la que hemos sido testigos de todos sus avatares y en la que hemos contribuido a poner los fundamentos del orden espiritual y social, los monjes conoceros lo precario de todas las situaciones históricas y el valor primario invariable que los factores espirituales tienen en los acontecimientos humanos. Fue esta perspectiva la que nos indujo a aceptar nuestra presencia aquí. O, más bien, la que convenció a la Iglesia –Santa Sede, Orden benedictina, archidiócesis de Madrid– a aceptar en su nombre esta presencia de los monjes. Lo cual ponía en el primer rango de la visión del Valle la dimensión religiosa. Pero ello no cambiaba su signo propio, sino que lo asumía, confirmando así la eminente realidad espiritual del monumento y trascendiendo, sin borrarlas, sus connotaciones históricas. Porque no se trata de ignorarlas, sino de considerarlas como exponente de la situación de vértigo en que una sociedad puede entrar cuando se apodera de ella una alucinación iconoclasta de sus bases sociales y morales.
La dimensión religiosa enlaza con la visión cristiana de la reconciliación, a la que el Valle sirve por definición legal y por convicción de sus fundadores, civiles y eclesiásticos. Algo que permanece grabado en las piedras, en los textos y en los corazones de quienes servimos diariamente a esa tara. Lo hacemos primordialmente en el contexto teológico en que la verdadera reconciliación puede tener lugar: Por la sangre de Cristo, en el que los dos pueblos han visto derribado el muro que los separaba, hasta formar con ambos un solo cuerpo mediante la Cruz (cf. Ef 2, 13-16). A su sombra, en el Valle, nosotros proclamamos: Él es nuestra paz.
Desde mi experiencia familiar, me gustaría acentuar que el espíritu de concordia debe sobreponerse a las diferencias secundarias, a fin de cimentar nuestra identidad como pueblo sobre las raíces espirituales y culturales comunes.
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